Los niños con TEA tienen más dificultades a la hora de relacionarse con otras personas de una forma relajada y sin estrés. Pero eso no implica que sea imposible, ya que hay alternativas que están pensadas y adaptadas a ellos. Una de ellas es Més que Surf. Andrés es uno de los afortunados niños que han podido disfrutar de esta actividad increíble. Conoce más sobre el vínculo especial entre el mar, las relaciones interpersonales y los niños TEA con Adrián Esteve, uno de los fundadores de esta maravillosa asociación.
¿Qué es Més que Surf y cómo surgió la idea de crear esta asociación?
Pues Més que Surf es una asociación sin ánimo de lucro que empezó porque yo soy psicólogo, trabajo con niños con TEA haciendo talleres de habilidades sociales en un centro. También soy surfista desde hace mucho, y pensé: ¿por qué no llevar a estos niños y niñas, en lugar de estar en un espacio cerrado, a un entorno como la playa y practicar un deporte como el surf? Y así empezó.
¿Y cuáles son los objetivos principales de Més que Surf y cómo lo lleváis a la práctica en el día a día?
Pues los objetivos han variado un poco con el tiempo. Al principio, planteé un programa de surf terapéutico inspirado en uno que vi en Puerto Rico. La idea inicial era mejorar áreas como la comunicación social, la autonomía, la higiene, vestirse y desvestirse, todo en un entorno más amigable tanto para los niños como para los voluntarios y monitores.
Con el tiempo, hemos ampliado las actividades: hacemos talleres durante el año y llevamos a los niños de viaje. Ahora los objetivos son más personalizados, según las necesidades de cada participante. Antes de empezar, hacemos una entrevista con la familia para determinar cómo podemos ayudar a su hijo o hija y establecer objetivos específicos.
¿Cuáles son los principales beneficios que aporta el surf a los niños con TEA? ¿Existe algún estudio que respalde estos beneficios?
Sí, hay estudios, cada vez más. Más allá del surf como deporte, el agua tiene un efecto relajante. Cuando están flotando, puede recordarles la sensación de estar en el vientre materno, lo que los tranquiliza. También fomenta la interacción, ya que necesitan pedir ayuda al monitor o comunicarse con él dentro del agua.
Además, hay investigaciones sobre los beneficios del entorno marino, como los iones negativos en la brisa del mar, que ayudan a relajarse. La playa también estimula el sistema sensorial: arena, viento, agua, olores… Todo esto regula problemas de integración sensorial que son comunes en los niños con TEA. En este sentido, hace unos años, una investigadora estudió la calidad del sueño de los participantes antes y después de Més que Surf, y observó que mejoraba significativamente cuando asistían al programa.
Luego está lo que vemos nosotros. Y ya son muchos años en los que vemos que a los niños que participan con nosotros se les ve mucho más comunicativos que antes de estar con nosotros. Dicen muchas más palabras. Como es el caso de Andrés (mi hijo), que hablaba muchísimo más con Susana, su monitora. E incluso cuando hacía juegos de grupo ocurría que estaba mucho más participativo y más conectado con el resto del grupo.
¿Cómo adaptáis las sesiones de surf para los niños?
Depende mucho del niño o niña. Trabajamos con participantes desde 4 años hasta adolescentes de 19 o 20 años, con perfiles muy variados, desde TEA nivel 3 (mayor dificultad) hasta nivel 1 (más relacionado con habilidades sociales).
Por ejemplo, con los niños que tienen menos dificultades, hacemos actividades colaborativas, como usar un paddle grande en grupo para coger una camiseta en una boya. Esto fomenta la comunicación y el trabajo en equipo.
Con los niños que tienen más dificultades comunicativas, utilizamos recursos sensoriales y herramientas como pictogramas y plantillas para expresar emociones. Cada grupo tiene una estructura diferente según sus necesidades, pero mantenemos una rutina básica: actividades en grupo, trabajo en el agua con un monitor, y una puesta en común al final para expresar la experiencia.
Además de los niños con TEA, ¿habéis trabajado con niños con otras necesidades especiales?
El programa está diseñado específicamente para niños con TEA porque necesitan anticipación y estructura. Sin embargo, a veces hemos incluido a niños con necesidades similares a nivel social o comunicativo, aunque no tengan TEA. Pero si abriéramos el programa a todos, habría una lista de espera demasiado larga.
¿Podrías contarnos alguna experiencia especial que recuerdes?
Sí, hay muchas experiencias bonitas. Tanto por los niños como por las familias y por los propios monitores. Recuerdo el caso de una mujer que tenía tres hijos ya mayores con autismo, y uno de ellos autismo severo. El niño solo disfrutaba y se lo pasaba bien en Més que Surf, y la madre nos lo decía emocionada. Nos acordamos mucho de esos momentos. Tengo muchas imágenes de niños y niñas pasándoselo bien haciendo surf, pero también cómo disfrutamos todos los monitores y voluntarios de esta actividad.
Llevo ocho años haciendo esto y realmente lo hacemos porque nos gusta. Luego, cuando ves cómo los niños ya se hacen mayores y ves cómo han evolucionado, es algo muy especial y muy gratificante. Una que recuerdo con especial cariño fue la de un niño que empezó el programa con mucho miedo al agua. No quería ni acercarse a la orilla, pero con paciencia y trabajo en equipo, consiguió subirse a la tabla. Su familia nos escribió después diciendo que, desde esa experiencia, había empezado a bañarse en la piscina y a disfrutar más de actividades relacionadas con el agua.
Otra experiencia que me marcó fue con un adolescente que, al principio, no hablaba nada y se mostraba muy cerrado. Poco a poco, empezó a comunicarse con los monitores, a pedir ayuda y, al final del curso, incluso lideró una actividad grupal en el agua. Para su familia, fue un cambio espectacular.
¿Qué retos principales habéis enfrentado desde que comenzasteis con Més que Surf?
El mayor reto siempre ha sido el económico. Como somos una asociación sin ánimo de lucro, dependemos de subvenciones, donaciones y eventos solidarios para financiar el proyecto. Otro desafío importante es la formación de los voluntarios y monitores, porque trabajar con niños con TEA requiere conocimientos específicos.
Además, al trabajar en un entorno natural como la playa, a veces el clima no acompaña, y eso nos obliga a cambiar los planes. Pero siempre intentamos adaptarnos para que los niños puedan disfrutar de la actividad.
Por último, ¿podrías recomendar algún juguete o recurso para niños con TEA que creas que sea especialmente útil?
Sí, claro. A los niños con TEA les suelen gustar mucho los juguetes que sean sensoriales. como los fidget toys pop it, ese tipo de juguetes con los que los niños pueden tocar botones, etc…. O juegos como el Jenga, que son ayudan a tener una conversación con el niño o niña de una forma más natural. Ah, y otro que utilizo mucho en la consulta con niños TEA y que les encanta es el juego Simón, ya que se establece una comunicación muy buena, al crear esa relación en la que se debe repetir los mismos colores. Son juego que ayudan a mejorar la comprensión y son muy útiles para anticipar situaciones.
Para conocer más:
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